Mosaico de vida, Mosaico de sonrisas
Crónica del concierto de Rayden en Las Lunas del Egaleo 2013 en Leganés
Un Mosaico. Esa obra pictórica tan compleja, tan detallada. Ese retablo formado por cientos, quizás miles de pequeñas piezas de piedra, cerámica o incluso, llegados a dar un paso más, de diminutos instantes de una vida: de recuerdos, promesas, desdichas y alegrías.
Antiguamente, se hace decir que eran las musas o los favorecidos por ellas las que se reservaban el tan exquisito honor de hacer este arte. Hoy en día, son pocos pero avanzados los maestros que, con buen hacer y prodigio, logran configurar y admirar a la gente con un telar de piezas. Irán, Francia, Jordania o Italia son algunos de los enclaves donde se encuentran ejemplo de los mosaicos más espectaculares.
Afortunadamente, el pasado fin de semana, en Leganés, Madrid, hubo también un artesano que con con micro, voz y ganas se encargó de mostrar a un público joven su mayor mosaico: su vida en letras, sus pensamientos con flow y con entrega. Sus creencias con una sonrisa y la mirada tranquila.En aquella tarde, sembrada por las nubes y cierta brisa fresca, Rayden se entregó a su gente, tal y como es propio en él; tal y como un buen maestro artífice hace con las obras que crea.
El ambiente, en un principio era distendido, jovial. Cargado de expectación y emoción. Se dice que ya a primera hora de la tarde, incluso antes, había gente aguardando en
No faltos de esa gran sonrisa al ver como el público se volcaba de lleno, Rayden con sus dos coristas supieron dar y mostrar bien a que iban. Temas como “Charlatanería”, “No nacimos ayer”, “Punto Medio” ó “La Boca del Asno” fueron auténticas bombas. La gente coreaba con precisión, las manos se alzaban al cielo. Las luces del escenario prorrumpían como rayos de tormenta. Mesh se imponía amo y señor con scratches y Rayden se ganaba al público a cualquier instante: “Quiero que votéis como auténticos cabrones”, gritaba, y el público, no menos que ello, hacía caso. Votaban y gritaban a la par que eran empapados con el agua que Mediyama y Tykelh les echaba. Un auténtico desfase.
Como el más hermoso mosaico de colores vivos, neutros y oscuros, el concierto de Rayden albergó momentos de todo tipo. Hubo instantes con temas de fuerza y fiereza. Hubo aquellos también de llena y plena interacción con el público, donde las bromas ocuparon trono y yugo y donde incluso Mediyama llegó a ser nombrado “Ñiñiyama”. Presente quedará por siempre el momento en que las puertas del mismo infierno se abrieron cuando conjunto con Roy Mercurio, se clamó al mundo en “Infamia”, o, por otro lado cuando, a través de Res Non Verba se hizo también de las suyas sobre el escenario. Aunque, también, predispuestos a abarcar con todo, se ganaron el reino de los cielos con temas que llegaron muy a dentro, que conquistaron corazones y sentimientos. “Mi primera palabra”, “Nunca será siempre” o “Dentro de ti” con Canteca de Macao, grupo de flamenco y reggae que le sucederían en el escenario y que cerrarían ellos la velada musical de aquella noche. He de apuntar en este sentido que la unión de un grupo de rap con otro que difería por completo en su estilo formuló en una perfecta sintonía. A bombos y flow le sucedieron trompetas y guitarras y a los versos de un poeta le prosiguió la voz de Ana: clara y hermosa, el motivante perfecto para que a última hora de la noche, gente de todas la edades acabaran bailando y con buen ánimo.
Ambos grupos se entregaron por completo. Unos y otros, los primeros y los que luego le sucedieron: “Se lo dedico a toda vuestra familia y si tienes alguien allí arriba, más de corazón” admitió en un instante Rayden, llevándose al público de la mano a lo más profundo de la admiración.
Si nos centramos en el rapero, aquel que principalmente ocupa esta crónica, os puedo asegurar que con cada pieza que fue conformando el evento, Rayden supo convertirse en todo un maestro. Logró rematar aquella obra con total y absoluta humildad. Ofreció fuerza, inspiración, momentos de risa y buen humor; ofreció devoción y la entregó a todos aquellos que a sus pies estuvieron allí con él. Remató la noche, su momento, con dos grandes clásicos que lograron estallar tales potentes fuegos artificiales: “Sastre de Sonrisas” y “Si vas”.
Definitivamente, ahora que con estas palabras vuelvo en memoria y recuerdos a aquellos momentos, no sabría asegurar si aquella noche, Rayden con los suyos fue benefactor de la bienaventuranza de las musas. Él lo intentó con ahínco, con plena entrega. Junto con Dj Mesh, Tykelh y Mediyama (o “Ñiñiyama”, ya bien sea a gusto de cada uno), el poeta de la afable sonrisa supo construir con música y ritmo un panel de colores vivos, colores de luz, colores de fortaleza, de optimismo, de no rendirse cara a las barreras, de luchar por lo que queremos con franqueza.
Aquella noche sin estrellas, sin luna llena, se construyó un nuevo mosaico integrado por todo cuanto allí se vivió; todo cuanto se percibió. Fue un mosaico de luz; un mosaico de vida, de sonrisas. Fue el mosaico de todos pero principalmente fue el suyo: el Mosaico de Rayden.