Decas - Era

Cojo tu mano, me escapo a la acera,
esta no será ni la última ni la primera
no, noche que me quieres, mañana que me esperas,
entre sábanas y frases hechas de cualquier manera.
Viviendo en tus caderas la vida es más llevadera,
horas pasan solas subidos en tu litera,
yo, tu marioneta; tú, mi titiritera,
no soy de los que juegan y luego te dejan fuera.
Hoy voy a volar, ¿quieres ser mi pasajera?
tranqui, si hace frío, te dejo mi sudadera,
recorramos esta esfera, y no lo pienses siquiera,
¿prefieres noches de hotel o mochila y carretera?
Me vuelven loco tu andar y tu cabellera,
tu azúcar de mimos y tu sal de aventurera,
tu manera de mirarme e incitarme de mil maneras,
¿qué más quieres? Eres una fiera y sé que estás soltera.


[Estribillo]
Nadie se te acerca, nadie te supera,
¿podemos aquí? o hacer lo que tú prefieras,
hablando sentados en la entrada de una bolera,
o besos provocativos desnudos en tu bañera.
O tumbados en la playa debajo de una palmera,
un daikiri en una mano y la otra mano en tu cadera,
una noche de derroche, de locura y placentera,
hasta que se acabe el mundo o hasta que uno de los dos muera.


Puedo hacerte lo que quieras,
pasaré la noche entera en tus ojos de pantera,
a la luz de alguna hoguera, donde nuestro amor luciera,
y el tiempo de besarnos nunca desapareciera.
Entre tú y yo no hay fronteras, ni falsas quimeras,
nada más que sábanas y palabras sinceras,
nada más que baladas en la cama, llorera,
mañanas en Panamá o en la Maya Riviera.
Tú no eres Cupido, pero tú fuiste la arquera,
que me dejó herido con su flecha más certera,
un beso expreso cuando en el cielo lloviera,
yo deseando que tu cama me acogiera.
Hoy una nueva cita, la décimotercera,
una voz me dice "déjalo", la otra "persevera",
ahora vivo en la luna y tú fuiste la lanzadera,
que me llevó al cielo para que el amor fluyera.


[Estribillo]
Nadie se te acerca, nadie te supera,
¿podemos aquí? o hacer lo que tú prefieras,
hablando sentados en la entrada de una bolera,
o besos provocativos desnudos en tu bañera.
O tumbados en la playa debajo de una palmera,
un daikiri en una mano y la otra mano en tu cadera,
una noche de derroche, de locura y placentera,
hasta que se acabe el mundo o hasta que uno de los dos muera.


Juguemos esta noche a médicos y enfermeras,
considera mi oferta eres una experta guerrera,
deja la puerta abierta y que nos oigan desde fuera
cuando estrellas alumbren o de...