¿Buscar un camino propio o seguir a la manada?
Sin embargo, los chavales de hoy en día ya no se preocupan por ese tipo de cosas, al menos no la inmensa mayoría, sus objetivos están condicionados por la sociedad. La mayoría se limitan a seguir costumbres sociales que adoptan como normales, ya sean creer en Dios, estudiar o salir todos los viernes a hacer botellón. No se preguntan qué quieren ni por qué hacen las cosas; aquellos que siguen el camino socialmente aceptado de los estudios pasarán 12 años de su vida como mínimo entre el colegio y el instituto, para así llegar a la universidad, donde se convertirán en futuros profesionales que, con su esfuerzo y trabajo sacarán adelante el mundo mientras dure su vida laboral, unos con mejores trabajos y otros con peores, con sueldos enormes o ínfimos, pero todos, en general, colaborarán al movimiento de la economía, el mundo y nuestra sociedad. Ése será su objetivo, ya que es lo que la sociedad espera de ellos.
Aquellos que optan por un camino social mal visto, dejarán de estudiar lo antes posible o no estudiarán nunca; algunos, los que quisieron ser alguien y no pudieron, llegarán a algún trabajo considerado como degradante o de muy bajo nivel, y serán considerados como lastres para el buen funcionamiento de la sociedad, sin tener en cuenta lo que les ha llevado hasta esa posición. Otros, basarán su vida en las drogas, la delincuencia, u otras mil opciones que les vendrán dadas por las posibilidades y la presión de su entorno. Si en una banda todos consumen drogas, el que no las consume no será bien visto, por lo que terminará consumiéndolas sólo para ser aceptado.
A lo que quiero llegar es a que cada vez somos menos autónomos, hacemos las cosas porque son lo que se espera de nosotros, una carrera, un trabajo, una actitud... Todo para ser aceptados, ya sea por la sociedad en general o por un grupo de personas. No nos planteamos el por qué hacemos las cosas, nos limitamos a elegir la opción que menos nos desagrada entre las que nos dan. Si tenemos que estudiar una carrera, elegimos aquella que más nos gusta, etc.
Pero, yo pregunto, todo esto... ¿para qué? ¿Qué sentido tiene todo esto? ¿Por qué nos levantamos día tras día intentando llegar a un nivel de bienestar mayor? ¿Qué aportamos al mundo, al universo? ¿Qué sentido tiene cada una de nuestras vidas? ¿Sólo el hedonismo o hay algo más? ¿Si no hay nada más, por qué pasarnos tanto tiempo jodidos en estudios que no nos interesan, trabajos que no nos gustan, etc., en vez de pasarlo haciendo lo que nos gusta? La respuesta es simple: porque así lo dice la costumbre social. Porque, a fin de cuentas, seguimos siendo animales y, por mucha capacidad de raciocinio que tengamos, el instinto de supervivencia sigue primando sobre todo lo demás. Por otro lado, aceptar el hecho de que la vida sólo sirve para vivirla, para disfrutarla, nos causa tal sensación de angustia, tal vacío, que todo lo demás nos sería indiferente. Todo carece de sentido cuando la vida sólo se ve como el tiempo que pasa hasta que mueres, y al no haber un sentido póstumo, la muerte es el fin, y eso es lo que realmente nos aterroriza, el hecho de que somos efímeros.
Una vez visto todo esto, tenemos varias posibles soluciones al conflicto que se produce en nuestro interior: rechazar todo aquello que la sociedad defiende y dedicarnos a ir de fiesta en fiesta, es decir, el hedonismo puro y duro; estar completamente de acuerdo con la sociedad, entendiendo que son unas normas necesarias para la subsistencia de la especie, la cual por otro lado no tiene sentido ninguno salvo el disfrutar de esa existencia (Carpe Diem); llegar a un equilibrio entre las normas sociales y el disfrute.
Ésta última opción, me parece la más interesante. Un equilibrio entre la sociedad y el disfrute personal, es decir, disfrutar con lo que hacemos, siendo esto algo aceptado por la sociedad. Me parece interesante, porque las otras dos son posibilidades extremas, y, como todos sabemos, los extremos siempre son malos. Sin embargo, llegar a este equilibrio es algo muy, muy complicado, ¿dónde está la barrera que separa el disfrute y lo socialmente aceptable? ¿Es socialmente aceptable no hacer todo lo posible por ser el número 1? ¿Es disfrutar pasar las horas buscando el modo de ser el número 1? En esta sociedad tan competitiva estamos en lucha constante, y quien no quiere luchar con los demás, es pisoteado. Pero, en mi opinión, ser el mejor en algo no puede ser en lo que basar una vida, ya que, una vez conseguido, todo pierde su sentido.
En fin, creo que ya me he extendido demasiado. En resumen, lo que quería exponer es la acusada falta de individuos hoy en día, el que no se enseñe a los adolescentes a pensar por sí mismos, sino a seguir caminos socialmente aceptados sin preocuparse por buscar sus propios caminos, sus propias respuestas. Y esto es lo que facilita la manipulación por parte de quienes lo saben, si ofreces respuestas y soluciones, la gente te seguirá; si ofreces preguntas y retos de superación, la gente te llamará loco. Yo creo que los locos son ellos, por no buscar su propio camino dentro de esta inmensa locura.
Autor: SF
#1 el 13/11/2012 a las 22:10:
EXCELENTE COMENTARIO..! aunque es difícil discernir sobre que debo aconsejar a mi hijo de 15 años.... si seguir a la manada que lo lleva a por costumbres comunes, o que sea diferente a todos.. y no dejarse llevar por la corriente..