Arcore - Mir-arte (v.12.O)

[A. Bertran]
12 d’octubre, res a celebrar?
Avui (sí) tinc molt a celebrar,
doncs en tal dia com avui de fa 27 anys
va nèixer una persona molt important per a mi,
amb la que he compartit, estic compartint
i compartiré bona part de la meva vida.
Gràcies per estar al meu costat
i per demostrar-me tot el que sents i tens a dins.
Gràcies per recolzar-me en els meus projectes,
gràcies per acceptar i estimar-me tal com sóc
sense voler canviar res de mi
i gràcies, sobretot,
per ser com ets i no canviar res de tu.
Avui, com ahir i com demà,
només desitjo continuar aquest viatge,
ja sigui amb curves o ja sigui en línea recta,
a bord d’aquest vaixell ple d’esperança
i de sentiments intensos al que un dia,
un capità d’una tenda d’ultramarins i un pirata de barba rosa
amb un llaçet, també rosa, al seu barret,
el van batejar amb el nom d’Amor.
Saps que t’estimo i que se t’estima, Laia, bonica.
Tant aquí com a la lluna en qualsevol nit diminuta.


[Arcore]
Jamás fui bueno en el juego ni tuve fe en el azar
pues la experiencia me enseñó aquellas puertas que cerrar.
Ya barajé mis cartas y arriesgué con varios trucos,
y hoy de la baraja, saqué una carta con tus flujos.
Nena… que estás hecha de madera,
eres tú la princesa de mi puta enfermedad.
Te cuido, te mimo para no verte llorar,
para que ya jamás nadie te haga sentir mal.
Te beso, te acaricio y cada día quiero más.
Eres veneno en mis venas, eres fuego al paredón,
Enfermando el corazón. ¿Esto es el amor? –me pregunto-.
Mas vendí el futuro entre algunos vasos de tubo
para ver tu torso desnudo y olvidar mi porvenir
entre tus ojos oscuros, tu incandescente culo.
Acaricié los puntos para hacerte sonreír
para que el Sol bien te guiara entre tanto ente infeliz.
Aunque siga pasada de rosca, la noria de mi vida,
sigo siendo un niño, contigo, todavía,
que quiere saltar, arriba, para abrazar la luna
y jugar los dos a amar nuestras noches diminutas.
Fue mi arte, el mirarte y no comprarte.
Pues una mujer no es de nadie ni, tampoco, tiene un precio.
Son cobardes con traje y con miedo a que los larguen.
Vine, vi y sucumbí. Mi perdición fue tu carmín.
Por favor, jamás reniegues de mis besos.
Desnuda hasta mis huesos
mientras grito que te quiero.


Todo empezó un veintisiete del once, creo.
Y, tú, sólo tú, sabes cuánto te deseo.
Sueño cada noche con tu roce y yo lo anhelo.
Todo empezó, amor mío, cuando te escuché decir: sí, quiero.